La Compasión de Dios
Time:
Morning
Texts:
Jonah 4:5–11
La historia de Jonás termina abruptamente con un cliffhanger, sin una conclusión a la narrativa. ¿Por qué? Para dejar el dedo apuntando a nosotros, el lector. Y debemos ver que esta misma actitud de Jonás mora en nosotros. Tenemos el mismo sesgo de autoservicio. ¿Cómo? Tendemos a evaluar el mundo y las cosas adentro, incluyendo otras personas, con un ojo a nuestro propio bienestar. Lo que es conveniente a nosotros, lo que sirve a mi y a mi familia y a mi gente. Lo bueno es lo que me sirve prosperar, y lo malo es lo que amenaza tal prosperidad. Por tanto, categorizamos a otras personas nuestros enemigos si son de otros países, otras etnicidades, u otras perspectivas políticas… solo porque parece que están retando nuestra visión de la prosperidad. Y luego, ya categorizados como enemigos, concluimos que no tienen dignidad, y que no merecen nuestra piedad. Casi igual como Jonás, sentamos a gustos delante de una pantalla ansiosamente esperando noticias sobre la caída de nuestros enemigos… mientras nos ponemos tan tristes y enojados cuando nuestro celular se cae al suelo y la pantalla rompe. ¿Quién es Jonás? Tu y yo. ¿Qué es el problema? Nuestro egoísmo profundo y nuestro sesgo de autoservicio. Todo esto es evidencia en contra de nosotros… el veredicto es claro: no amamos apropiadamente lo que debemos amar porque estamos contaminados con el egoísmo. Pero no solo vemos esto sobre nosotros, también vemos como Dios revela su corazón puro en este pasaje.